La crítica ha hecho de Amalia el ejemplo por excelencia de la novela política. La proximidad de los hechos relatados no invalida, sin embargo, la dimensión histórica de la novela, de tal manera que constituye la mejor recreación literaria de la época de Rosas, del análisis de los sucesos ocurridos en 1840 a la luz del proceso seguido desde la independencia, facilitando la explicación de los fenómenos sociales y políticos posteriores, con mención expresa de «lo más dramático y lúgubre de la dictadura», que sobrevendría en 1842.
Como las novelas históricas del Romanticismo pretende ofrecer lecciones moralizadoras a los lectores del momento y una voluntad de construir un imaginario nacional.
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