EL TREN QUE CORRÍA

Cinco personajes pierden, por diversas razones, el tren que debe llevarlos a Monterrey, donde todos tienen asuntos que atender -en algunos casos tan importantes como la oportunidad de comenzar una nueva vida-, y para alcanzarlo se lanzan en persecución a bordo de un providencial automóvil, no menos providencial que su conductor, que los transportará, tras una accidentada y divertida aventura, a destinos muy distintos de los que se proponían, para al final reconocer, implícitamente, que no hay meta: lo importante, como en la vida misma, no es el término, sino la animación del viaje. En él, los personajes encuentran la solidaridad, el amor y, en cierto modo, su propio valor y los auténticos rasgos de su persona. El tren que corría es una novela sencilla, directa, que corre como un tren sobre una vía libre y franca. Pequeñas anécdotas desatan nudos en las situaciones de personajes que hallan en el ánimo de viaje el encuentro de la solidaridad, con cierta y grata ternura, en un tono divertido. Es esta una novela sencilla, cargada de buen humor, en la que Carballido aplica con gran fortuna y economía recursos literarios cinematográficos que mantienen al lector atrapado en la trama.